domingo, 12 de febrero de 2017

Reuniones Bi en CABA

Nos juntamos el segundo sábado de cada mes, a las 20 horas en el CC El Sueñero (a pasitos de Parque Lezama).
(selfi bisexual del encuentro del 11/2/17)

Sobre conversiones, conversaciones y transformaciones necesarias (Basta de bifobia!)

En estos días alguien recordaba en su fb una frase de Buenaventura Durruti: “al fascismo no se le discute, se le combate”. Y nosotras acá, un siglo después, interpeladas por un texto plagado de referencias militares y cristianas, un texto que señala con el dedo y juzga, etiqueta y jerarquiza; que para celebrar ataca, que busca infiltradas, espías y pureza, que se creebueno y contra-ideológico. Y para peor, escrito en un gesto lesbiano festivo y político. Un poco fuerte. Nosotras vamos a hacerle caso a Durruti pero vamos a combatir dialogando, porque creemos que sólo se puede construir (en) sororidad (“la sororidad mató al macho”, dicen nuestras remeras): las molotov las reservamos para la policía y el botoneo se lo dejamos al fascismo. Porque salir de una dictadura (la hetero-patriarcal) para entrar en otra, no es nuestra apuesta y, porque, además, creemos que esta es una charla que nos debemos y que excede al texto que nos convocó puntualmente.

Cierto: nosotras nos decimos bisexuales (algunas llevamos años en un activismo bastante invisibilizado por el colectivo LGBT, otras acabamos de empezar a movernos en el ambiente). Entonces quizás pueden pensar: quién les dio vela en este entierro? Digamos que fuimos convocadas por el espíritu del futuro cuerpo que el enfoque casi eugenésico del texto en cuestión despacha; por esos deseos que quedan boqueando bajo una palada de tierra al grito de liberación! Pero fuimos convocadas, además, porque lo que tenemos en común no es el hecho de no ser lesbianas (ni conversas, ni estrellas doradas, ni la que dio el mal paso, ni ninguna de esas etiquetas que les encanta poner a algunas tortas) ni tampoco heteroflexibles (aunque muchxs también insistan en llamarnos así). Lo que tenemos en común es que somos, ante todo, feministas. Y nos parece que ahí está el quid de la cuestión. Nuestras prácticas feministas y comunitarias, nuestra lucha, no está en las manos de quien nos toca el culo, no muere cuando chupamos una pija ni asciende hasta la aurora boreal cuando hacemos la tijereta. No depende de un/x otrx que nos acompaña en algún tramo de nuestra vida. Nuestras prácticas feministas y sororales -que apuntan a darle cuerpo a otras sensibilidades y a construir otras formas de lo común- pueden verse en los modos que buscamos construir “familias” alternativas, en los temas que abordamos cuando damos clase o conversamos entre colegas, en los repartos afectivos que hacemos, en las prácticas sexuales que tenemos, en los modos que cuestionamos el amor romántico, en cómo nos visibilizamos, en qué futuros imaginamos. Pero nunca nuestra práctica feminista ni la celebración de lo que “somos” se va a centrar en la discriminación ni en el prejuicio. Y lo decimos así con comillas porque los esencialismos son colonialistas: ni naturalmente nada, ni puras, ni “conversas”  (la última vez que nos convertimos perdimos las costumbre de las orgías so pena de terminar en la hoguera). Lo nuestro, bien latinoamericano, es el devenir y el mestizaje: un cuestionar constante de nuestro deseo. También un dejarnos llevar por él. Es un habitar las contradicciones, desarmar las prohibiciones, cuestionar valores y honores heredados, sobre-entendidos y expectativas. Lograr salir del “deber ser” nos costó mucho. No nos vamos a meter en otro aunque esté disfrazado de revolución. Como decía la poeta JuneJordan: “Si sos libre, no sos predecible y no sos controlable. En mi opinión, ese es el significado, muy positivo y político de la afirmación bisexual". De cualquier modo, el punto no es señalarnos y ver quién tiene la opresión más larga o la espada más alta. Eso es imposible de medir. Además, no tiene sentido hacerlo.

Sabemos que nacimos en mundo con matriz heterosexual. Entendemos también los modos del patriarcado, el tráfico y consumo de mujeres y el reparto de privilegios. Pero no pensamos que la respuesta revulsiva esté en dividir el mundo en dos (y eliminar una de las mitades). Porque el problema no es sólo una cuestión de género ni de con quién se coge. Ni, claramente, el mundo está dividido en dos. Todo es mucho más complicado. Así que sí, es cierto, nosotrxs podemos tener relaciones sexo-afectivas con personas asignadas o (auto)percibidas como varones pero no por eso les “servimos” ni “somos para ellos” (horror de los horrores). Tampoco los despiojamos ni les enjuagamos los pies con nuestro pelo: sorpresa!. A veces les chupamos el orto (aunque no lo crean no es algo que todos quieran) pero, eso sí, las medias se las lavan solos. Tampoco, a pesar de lo que dice el texto en cuestión, los varones nos resultan imprescindibles pero -y, agárrense los calzones,-: las mujeres tampoco (ni lesbianas ni no lesbianas). Que lo irremplazable dependa de un género no nos convence. Sí, por supuesto, hay algunas personas que nos resultan vitales. Y también algunos animales.

Por otro lado, y ya que estamos, hablemos de ese privilegio heterosexual del que supuestamente gozamos: nadie nos mira raro si vamos de la mano o nos damos un beso con un varón (eso en la calle, porque en la reunión de amigas lesbianas es un gran tema a superar) pero la verdad es que para una feminista y bisexual no monogámica ese “privilegio” más que ganancia es pérdida: todo el rato marcando límites y diferencias con la expectativa del mundo. Pero, queremos decir además que, oh sorpresa! ya sabemos que el deseo lesbiano no implica per se un acto de renuncia a la matriz heteropatriarcal. Todas vimos reproducir modelos opresivos y machistas entre compañeras: la identidad no quita lo machista, la renuncia a los formatos heterosexistas y patriarcales sólo se puede lograr con un ejercicio constante de cuestionamiento de prácticas y privilegios. El contexto pide, exige, apertura y reflexión: los cuerpos y los deseos también. Nosotras (nos) lo exigimos.
Saben, además, lo que agota? La idea de que quien no tiene una sexualidad lesbiana cerrada, sin fisuras, “sin vueltas y sin retorno” sea traidora, espía, infiltrada. Pero no sólo agota. Da miedo. Da miedo que en el siglo XXI sigan vigentes -en un ambiente crítico y cuestionador- estos imaginarios retrógrados que cuestionan el deseo ajeno y ubican el propio en un altar (para seguir con el tono de lo converso e inquisitorial) venerado como contrahegemónico y disruptivo.

Y ya que estamos, otra cosa que cansa: escuchar a algunas lesbianas criticar a quienes les dan besos en alguna fiesta y luego “vuelven con sus novios”. No están acaso para eso las fiestas? para darse besos y celebrar los cuerpos? Y qué importa quién está en la casa esperando (o no esperando)? Algunas lesbianas también dan besos, un perreo y después no atienden más el teléfono, pero nadie las acusa de volver a su(s) novix(s) con el vibrador en la mano (el sí a un beso no tiene porqué traducirse en sí al sexo, eso ya lo aprendimos en la primera clase de feminismo). Así, la vida misma: no nos dejan por otrx (varón, mujer o cualquier otra identidad), nos dejan porque no nos quieren. Listo. Al hecho, pecho. El llanto de la traicionada por la injustísima heteroflexible o por la malísima hetero-curiosa olvida que la curiosidad es la llave de todos los saberes y placeres y que si hay algo que sí queremos es el tráfico de saberes, el desparramo feminista, que las abejitas lleven el polen de un lado para el otro y florezca otro paisaje!!! (nos pusimos poéticas, disculpen la hibridación genérica).
La construcción conjunta es imprescindible. Llevar los debates a todos los espacios que habitamos también  (aunque eso devenga en acusaciones de “heteroinfiltradas”). Entendemos que en la construcción identitaria se juegan procesos subjetivos y sociales, y no vamos a ser quienes marquen el ritmo ni la forma que deban adquirir, y mucho menos vamos a condenar a una mujer que experimenta su sexualidad y su deseo negándole alguna porción de placer, exigiéndole sacrificios, como si fuéramos regentas de los orgasmos y vigilantas de la revolución deseante. La bifobia, la panfobia, la transfobia…. ningún tipo de prejuicio discriminatorio tiene espacio en la sororidad feminista que nos une, cojamos con quien cojamos cuando se cierre -o abra- la puerta. Vamos a seguir sosteniendo juntxs la bandera contra el heteropatriarcado, y también vamos a seguir poniéndole el cuerpo a esa B perdida en el acrónimo que nos engloba como colectivo.

Las Bisexuales Feministas construimos un espacio (quedan todas invitadas) que ayudó (y ayuda) a muchas de nosotras a nombrarnos, a visibilizarnos, a lidiar con la bifobia y la culpa que quieren inculcarnos por nuestra constante disidencia, por esa elección que hacemos y que muchxs consideran una no elección. Construimos un espacio de amistad en el que siempre nos invitamos al debate y a la reflexión, a deconstruirnos, acompañarnos y  luchar. Inmersas en esta experiencia, nos parece importante que al construir una ética liberadora no caigamos en una ética con aires de revolución pero normativa al fin. No está en nosotras imponer las condiciones de la libertad; o para decirlo con palabras de Audre Lorde, (una feminista que ha pensado mucho el activismo y la interseccionalidad): No desmontaremos la casa del amo con las herramientas del amo.
BISEXUALES FEMINISTAS
*El texto que disparó la reflexión se titula: “Reflexiones, Acercándose el día de la lesbiana conversa, 13 de enero. (Hablemos de heteroinfiltradas)” escrito por Patricia Karina Vergara Sánchez.

Las chicas con las chicas... y con los chicos: el orgullo bisexual se vive a pleno

Clara Gualano escribió sobre la bisexualidad en el suplemento Entremujeres de Clarín.

Las chicas con las chicas... y con los chicos: el orgullo bisexual se vive a pleno

Tanto mujeres como hombres viven cada vez con mayor naturalidad y menos culpa la bisexualidad. 
(en la Marcha del Orgullo, CABA, Nov 2015)

    Para Freud todos somos bisexuales antes del Edipo, después, hay que optar. Y se sale al mundo, heterosexual, gay o lesbiana, pero decidido. ¿Te gustan los chicos o las chicas? Parece haber un terror a la indecisión, a estar en el medio. Como todo lo “ni”, el mestizaje sexual y afectivo sigue despertando prejuicios a pesar de estar cada vez más habilitado. Daniela (20) lo explica así: “Nunca me quise poner de un lado o del otro, desde los 18 estuve tanto con chicas como con chicos, es lo natural para mí, pero para mi mamá soy lesbiana”. Muchas madres se incomodan al escuchar que las hijas tienen un deseo cambiante y abierto. Unos días antes de que Sofía Gala compartiera en Instagram una foto sugerente con una chica de pelo azul, en el programa Intrusos Moria Casán sacaba los trapitos al sol: "estás muy torta…”y (dirigiéndose a los panelistas) “¡se calienta besando mujeres!”, como si se tratara de un jueguito, una provocación de su hija rebelde en todo. En el estrellato hollywoodense muchas dan la nota, y si Madonna fue la precursora, Angelina Jolie, Megan Fox, Emma Watson, Drew Barrymore (la lista es extensísima) terminaron de instalar el tema.
    Pero frente a padres ansiosos por clasificar y excluir elecciones, las nuevas generaciones parten desde una libertad mayor. En el "Grupo de orgullo LGTB Arg." de FB, por ejemplo, cada vez son más los sub 25 que buscan enamorarse sin género, ¿un contexto más amigable con la diversidad? Martín (30) músico, cuenta: “Toda la vida me sentí atraído por los dos géneros. Mi mamá es ginecóloga y tiene una mirada de avanzada, siempre humanizó el contacto sexual. Yo crecí sexualmente muy liberado, no había castigo en cuanto a la elección. A mi casa venían muchas nenas a jugar, compartíamos muñecas, pero también ellas me atraían físicamente. Mi primer beso fue con una chica y mi iniciación sexual con un chico”. Desde hace seis años tiene novia, “fue a la primera persona a la que le conté que era bi y le encanta”.
    Selena (20) estudiante de Filosofía, dice: “A los 13 besé por primera vez a una chica, a la vez estaba saliendo con un chico, y él me dijo, ‘¡no sabía que eras bisexual!’. Durante mi adolescencia fui a un colegio católico y me reprimí. Me atraían las mujeres pero me gustaban mucho los hombres y sentía que no podía ser, tenía incorporados los prejuicios de que era una etapa”. Muchas veces se cree que este es un momento de transición hasta encontrar “lo verdadero”, o que forma parte de una actitud juvenil. Se asocia a la bisexualidad con la insatisfacción –nada les alcanza-; con ser “fiestero(a)”, con las orgías (todo junto), con la infidelidad: “cuando estés con una mujer vas a extrañar a los hombres (y viceversa)”. Pero estos preconceptos están lejos de vivencias reales que dependen del transitar de la vida, de los encuentros casuales, de la químicas y afinidades inexplicables.
    ¿Para los hombres es más difícil salir del closet bi? Esta pregunta surge cuando son pocos los varones (en comparación) que se autodenominan así. Martín opina: “Creo que hay machismo en todo esto, el tema del falo y de que un hombre desvirgue su ano conlleva un mundo de fantasías ridículo. Cuando yo les conté a mis amigos que no era hétero hubo una catarata de cargadas, pero yo siempre me caractericé por hacerles frente a todos, aún a los líderes de los grupos”. Iris (31), docente de Lengua y Literatura, no piensa nada de eso cuando se plantea la crianza de su bebé Juan (5 meses) sin encasillamientos. Ella hace política de la diversidad en la escuela, con sus alumnos y, desde que es mamá -junto con su compañera-, reflexiona mucho sobre la educación sexual de su hijo: “Las dos nos nombramos como una pareja no monogámica bisexual, explicitamos que nuestro deseo es fluido y que la bisexualidad es una potencia permanente (aunque ahora no estemos con otras personas). No nos gusta que le digan a nuestro hijo Juan “¡ay, qué lindo! ¡las novias que vas a tener!” Queremos que él crezca sabiendo que el ser bisexual permite la fluidez, transitar de un modo amable y feliz el deseo”.
    Según Rubén Marone, Lic. en psicología de NEXO (Asociación Civil LGTB) luego de la sanción de las leyes de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género en el país, se parte desde un lugar menos culposo: “El impacto en la sexualidad de los chicos se ve en el consultorio, te cuentan: ‘estaba con mi amiga y la verdad que nos llevamos tan bien… que terminamos juntas’ y la pregunta, ‘¿seré lesbiana?’ ya no pesa tanto, a diferencia de hace 30 años, cuando esa misma situación hubiera sido dramática. La gente está más posible… me llevo bien con alguien, puedo intimar un poco, armar una pareja”.
    Esto de amar (o desear) sin fichar el DNI que asigna género, se narra poéticamente en esta escena que Luisa (35), Lic. en Comunicación, comparte: “Mis amigas me cargaban diciendo que durante los carnavales me ‘ponía lesbiana’, porque yo vivía una vida hétero pero en días de jolgorio en las calles brasileras me apretaba a todas las chicas que podía. Una vez, en una fiesta, estuve bailando mucho con una persona que estaba en un traje de astronauta, era imposible para mi definir si era chica o chico. Y no me importaba, bailamos hasta que se sacó la escafandra y vi que era una chica. ¡Y me gustaba!”. Después de animarse por primera vez a cruzar la barrera, viene poder ponerle nombre y actitud a la elección, disfrutar de todas las variantes sexuales, de la experiencia única que es el encuentro con otro cuerpo. Desde las crianzas más flexibles a la posibilidad de ir viviendo historias de amor, familia o encuentros sexuales, la bisexualidad como potencia humana latente sigue prendiendo fuego el clóset a puro deseo.
    Orgullo bisexual
    La bandera bi –diseñada en colores magenta, lavanda y azul- flamea en las Marchas del Orgullo de todo el mundo, pero no tiene tanta historia como la clásica multicolor LGTB que todos conocemos. Fue en el año 1999, en Estados Unidos, cuando tres activistas por los derechos bisexuales, Wendy Curry, Michael Page y Gigi Raven Wilbur se reunieron para celebrar la cultura, historia y reconocimiento de la bisexualidad como una orientación sexual más (invisibilizada por sociedad). Ese día, de festejo, pero también de reclamo, quedó grabado en la historia. Selene, activista argentina del grupo BisexualesFeministas creado a partir del Encuentro Nacional de Mujeres de Bariloche, dice al respecto: “Desde que conocí a las chicas y empecé a nombrarme y a visibilizarme más, mi abuela y mi tía me saludaron para el 23 de septiembre (Día Internacional de la Bisexualidad). Eso me marcó un cambio rotundo en mi familia. Estoy más cómoda que nunca respecto a mi sexualidad”.

    domingo, 8 de diciembre de 2013

    Compartimos las conclusiones del taller Mujeres y Bisexualidades del último Encuentro Nacional de Mujeres

    ¡Fue un encuentro hermoso, gracias a todas las que participaron!

    TALLER Nº 56- MUJERES Y BISEXUALIDADES

    Aún cuando toda categoría fija y estructura, consideramos que asumir nuestras bisexualidades en términos dinámicos, es una manera de encontrarnos, reconocernos y visibilizarnos.

    Consideramos que las bisexualidades ponen en tensión los conceptos de amor romántico, monogamia obligatoria, exclusividad sexual/afectiva y todo tipo de relaciones de propiedad. Pusimos en común experiencias e ideas de relaciones comunitarias, múltiples, diversificadas y poli amorosas.

    Cuestionamos y deconstruimos cotidianamente la norma monosexista que atraviesa las orientaciones hetero-homo. Nosotras, bisexuales, nos sentimos atraídas por más de un género.

    Consensuados la necesidad de crear un nuevo taller en los próximos encuentros nacionales de mujeres sobre activismo bisexual.

    Nos reconocemos feministas y disidentes sexuales, nos enmarcamos en las luchas de ambos movimientos:

    -DERECHO AL ABORTO LEGAL, SEGURO Y GRATUITO.
    -ABORTO LEGAL ES VIDA
    -SEPARACION DE LA IGLESIA DEL ESTADO
    -NO A LA REFORMA VIGENTE DEL CODIGO CIVIL
    -DESMANTELAMIENTO DE LAS REDES DE TRATA
    -IMPLEMENTACION DE LA LEY DE EDUCACION SEXUAL INTEGRAL
    -APLICACIÓN DE LA LEY DE IDENTIDAD DE GENERO
    -REPUDIAMOS LOS CASOS DE HOMO LESBO BI TRANSFOBIA NACIONALES E INTERNACIONALES.
    -REPUDIAMOS EL ATAQUE TRANSÓBICO A LA COMPAÑERA CHILENA CATALINA FRIEDMAN, OCURRIDO EN ANTOFAGASTA EL PASADO 15 DE NOVIEMBRE

    ¡NO SOMOS CON QUIEN NOS ACOSTAMOS!

    ¡NO SOMOS, ESTAMOS SIENDO!



    martes, 22 de octubre de 2013

    Próxima reunión el sábado 2 de noviembre!!

    El próximo sábado 2 de noviembre nos reunimos para hacer la previa a la marcha del Orgullo. A las 18.30 hs en Pasco 555. Armaremos la bandera, stenciles, cantitos, parches, pins y lo que de.

    Tijeretas, voligomas y bizcochas bienvenidas!!


    Lxs esperamos!!



    lunes, 30 de septiembre de 2013

    Nuestra reseña de pelis Bi que publicamos en el Suplemento Soy!

    soy
    VIERNES, 27 DE SEPTIEMBRE DE 2013

    Cine Clase Bi


     Por Bisexuales Feministas
    Cansadas de ver que la bisexualidad en el cine suele relacionarse con el carácter perverso de un personaje (recordemos a Sharon Stone en Bajos instintos, el malísimo remake hollywoodense Juegos sexuales o, incluso, esa saga taquillera que fue Criaturas salvajes), hartas de que nos digan que los triángulos amorosos vehiculizan lo peor del heterosexismo (no recomendamos ver Los 3 ni Castillos de cartón), indignadas al saber que los personajes bisexuales deben morir para que su “secreto” salga a la luz (dos películas, a pesar de todo, interesantes: El hada ignorante y Días de pasión) o, peor aún, que si su secreto sale a luz será castigado con la muerte de alguien querido (El cumpleaños es un ejemplo. En Chloe y Contracorriente quien muere es el tercero en discordia, por supuesto), agotadas de saber que para ser bisexual no sólo no hay que parar de coger sino que tampoco hay que repetir compañerx de cama (y si no vean Shortbus o La memoria de los peces), buceamos en un océano de películas de las últimas dos décadas para ver si encontrábamos algún espejo que no deformase tanto y que representase la bisexualidad en su diversidad. Les presentamos, entonces, seis películas elegidas para respirar el bi-erotismo más intrépido –aunque nos gustaría que lo fuera todavía más– de la pantalla grande. Seis maneras diversas de pensar las bisexualidades: ni perversas, ni heteromachistas, ni morbosas, ni indignas, ni máquinas sexuales. Más bien cartografías que exceden el acto sexual para devenir bi-potencias desestabilizadoras de sentidos hegemónicos y de prácticas preestablecidas.

    Joven y alocada (2012)

    Daniela es una chica bisexual de 17 años con dos problemitas con los que lidiar: tiene el “choro” en llamas y es miembro de una conservadora familia evangelista. El único escape posible es una bitácora 2.0 en la que relata la vida que realmente elige a cambio de la que le imponen sus padres. A pesar de todo no logran doblegar a esta valiente joven que entre zarpes varios declara: “La virginidad se pierde por partes y debe ser difícil perderla del todo”. Sin embargo, no dejará de intentarlo. Con chico y con chica a la vez, pero no mezclados. Daniela es una tímida audaz que evade el control materno para revolcarse alternadamente con amante hombre y amante mujer y contarlo a sus seguidores, ávidos de relatos desprejuiciados frente al dogmatismo rancio de los adultos. Atípica por donde se la mire, Joven y alocada viene siendo un fenómeno que atravesó Internet, llenó salas y arrasó con premios en festivales. La ópera prima de la chilena Marialy Rivas, basada en un blog, es una joyita para los sentidos que se hace cargo del lenguaje de las tecnologías digitales en lo narrativo y en la factura visual, que ya fuera definida en este suplemento como “un collage organizado desde la lógica del pensamiento en hipervínculos”.

    El sexo de los ángeles (2011)

    Pese a que no fue muy bien recibida por la crítica a nosotras nos gusta. Es un poco pochoclera, sí, y sencilla, también. Pero lo cierto es que recrea una trama que devela la complejidad de las relaciones sexoafectivas en el marco de una juventud occidental que lucha por desprenderse de los mandatos de las hétero y las mononormas. La película del español Xavier Villaverde cuenta la historia de una pareja de estudiantes (Bruno y Carla) que conviven felizmente en Barcelona hasta que irrumpe en sus vidas Rai, un joven breaker bisexual –totalmente apetitoso–. Como era de prever: seduce y curte con ambos (no hay acá miedo a la homosexualidad: las reglas son claras desde el principio). Rai hará poner en el tapete las normas vigentes sobre el amor romántico, la monogamia obligatoria, la infidelidad, los celos y las libertades individuales. Más allá de la falta de elipsis que deje algo librado a la imaginación del espectador, lejos de alimentar el prejuicio de la “hipersexualidad” del todxs con todxs, el acto carnal cobra sentido en tanto registro visual y festivo de la concreción de las pasiones y los enganches irrefrenables. Pero, además, sin dudas, abre la puerta, a la posibilidad de representación de nuevos imaginarios.

    Deseo (2012)

    Escena primera: plano cerrado de conchas, culos, piernas y voces en un vestuario. Del controvertido Laurent Bouhnik, este film cruza historias de amor y erotismo que convergen en la figura de Cecile: una joven bisexual veinteañera que da cuerpo a la fluidez del deseo. En el contexto de una Francia menoscabada por la crisis económica y la falta de empleo, Cecile, tras la muerte de su padre, busca consuelo en pilas de encuentros sexuales (el límite entre la pornografía y el erotismo es, tal vez, la poesía) que, dadivosos, procuran satisfacer fantasías propias y ajenas. Alice, incomprendida por sus padres represivos, sueña con vivir el romance perfecto con un novio que no piensa serle fiel. Mientras que Virginia ama a su marido pero busca alternativas al tedio conyugal incorporando a una mujer a la pareja. Tres radiografías que confluyen en la búsqueda del Deseo con mayúscula y de los deseos individuales de enamorarse, de lograr la estabilidad económica y de desprenderse de los tabúes sexuales dominantes. Tras la representación de la pasión carnal desenfrenada y el guiño de quien diferencia el sexo del corazón, resuena una dedicatoria: “A todos aquellos que todavía creen que el amor significa algo”. Aviso: probablemente acabes varias veces durante la primera mitad de la película. Pero, si llegas al final, es posible que te resulte tan reiterativa como polémica.

    Tres (2010)

    La trama es parecida a la anterior: el tono, el ritmo y la reflexión, no. Dirigida por el talentoso creador de Corre, Lola, corre, Tres asume el desafío de romper con el modelo de pareja monogámica para meterse en un terreno poco visto en la pantalla grande en cuanto a tríos amorosos se trata. La película de Tom Tykwer narra la historia de una pareja de cuarentones berlineses (Hanna y Simon), quienes a modo de desviarse de la rutina conyugal y laboral, y manteniendo el secreto el unx del otrx (esa hipocresía hétero que ya no sorprende), inician una relación amorosa con el mismo hombre –si hay casualidades, ésta lo es–, un encantador biólogo bisexual más joven que ellos (Adam). Vale decir que las escenas en la pileta, entre Adam y Simon, son para relamerse. El enredo triádico se resuelve de modo sencillo: deciden estar lxs tres juntxs y vivir su pasión sin condiciones. Un melodrama aplacado con guiños cinematográficos (elipsis y múltiples pantallas) que invita al espectador a “abandonar las ideas deterministas de la biología” y habilita la reflexión sobre otros modos de redes sexoafectivas como son el poliamor y las maternidades/paternidades alternativas.

    Henry y June (1990)

    Dirigida por Philip Kaufman, Henry y June está basada en la relación que tuvieron dos de los escritores más polémicos del siglo XX, Henry Miller y Anaïs Nin, que se conocieron mientras Miller escribía Trópico de cáncer y Anaïs chocaba contra los límites de un matrimonio demasiado convencional pero amoroso, del que escribiría: “Nada de lo que vivo fuera del círculo de nuestro amor lo altera ni lo disminuye. Al contrario, lo amo más porque lo amo sin hipocresía”. Anaïs, protagonizada por la deliciosa María de Medeiros, se sentirá atraída por Henry pero, para su deleite, la llegada de June Mansfield, esposa del escritor, captura por completo su atención (la entrada triunfal de Uma Thurman como June es una de las perlitas del film). Enamorada de su esposo, encandilada por Henry y por June y poco dispuesta a elegir entre una experiencia y la otra, Anaïs se lanza a vivirlas ambas, sumando su vínculo marital, que reflorece –como su escritura y sus fantasías– ante el nuevo escenario erótico que se despliega. La conyugalidad y la extraconyugalidad entretejen la historia, enhebradas también en el vínculo intelectual que ambxs escritorxs comparten. Vida ajetreada, la de la poliamorosa Anaïs Nin, acorde con la profética advertencia que le hace su primo: “Ten cuidado Anaïs, los placeres anormales matan el gusto por el placer normal”. Lo que no podemos evitar preguntarnos es: ¿cuál de los placeres es el anormal?, ¿el que coarta o el que libera?